No se trata únicamente de una cuestión de estética sino, sobre todo de salud. Cuidar los pies a diario, utilizar zapatos adecuados y tomar una serie de precauciones básicas nos ayudará a prevenir problemas como callos, durezas, infecciones por hongos, etc.
Cuando el calzado no se adapta correctamente a la forma natural del pie, se producen rozaduras y presiones que estimulan la regeneración de las células de la piel, que crecen de forma acelerada, dando lugar a estas patologías.
Los callos, más pequeños y dolorosos, suelen formarse en los dedos de los pies, mientras que las durezas, más grandes y menos profundas, en la planta. Para evitar estas molestias hay que utilizar un calzado flexible. Ablandar la piel a diario mediante baños de agua caliente y aplicación de cremas hidratantes.
Por otro lado las grietas en el talón, no sólo resultan antiestéticas sino que, además si son muy profundas y no se tratan, pueden dar lugar a infecciones. Aparecen como consecuencia de la sequedad extrema. Para evitarlas es conveniente hidratar la piel a diario. Utilizar zapatos con contrafuertes blandos para que el roce sea menor.
También es recomendable acudir con frecuencia al podólogo, el especialista más indicado para mantener callos y durezas bajo control.
Imagen | Soyestetica