Cada vez que te laves las manos, procura secarlas bien. Si quedan húmedas, la queratina se altera y el tejido se debilita. Por otro lado los detergentes son agresivos tanto para las manos como las uñas. Ponerse guantes de plástico protege las uñas y prolonga la duración del color del esmalte, altamente sensibles a los compuestos más agresivos de los detergentes. También el sol es una fuente de agresión, algunas lacas de uñas tienen un filtro solar protector que mejora la calidad de las uñas y ofrece una mayor resistencia y prolongación del color.
Por otro lado, para unas uñas frágiles y quebradizas lo mejor que puedes hacer es utilizar una base reforzada. La mayoría de estos endurecedores estimulan la creación de la queratina, el material que proporciona a la uña fuerza y resistencia. Si te pintas las uñas invierte entonces en una laca de uñas enriquecida con titanio, silicio o ceramina, algunos de los activos más utilizados por la industria cosmética a la hora de fortalecer unas uñas débiles.
Si tu caso son las uñas estriadas, en este caso, aplica una base antiestrías, un producto que alisa y da uniformidad a la superficie de las uñas, gracias a la presencia de compuestos de efecto filler. Las estrías horizontales son el indicio de un déficit de zinc –frutos secos, pan con semillas, queso cuarzo-, mientras que las verticales delatan falta de hierro –carne roja, moluscos, productos integrales-.
Las uñas amarillentas se debe al tabaco, ya que es el principal culpable, pero no el único. El uso de quitaesmaltes agresivos, a base de acetona, o de lacas de uñas de colores oscuros, pueden amarillear las uñas. Para combatirlo utiliza una base blanqueadora regularmente. Por otro lado, si no quieres recurrir a los esmaltes oscuros. Aplica como paso previo a la laca de uñas, una base protectora de color. Otra opción a tu alcance es recurrir a los ‘mail patch’, unos adhesivos que se pegan sobre las uñas y simulan un esmaltado impecable en pocos minutos.
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