Al igual que nos pasa con la música, el cine se ve altamente influenciado por la nacionalidad predominante, tanto política como económicamente. Internet ha contribuído a paliar un poco este abismo insondable. En música ya es posible encontrar el álbum de Yvonne Catterfeld o escuchar el Top 50 ruso. Pero cuando se trata de cine el material nos llega con cuentagotas.
Como nos pasó con El sabio Sufi de Bab’ Aziz, a nuestras carteleras llega Aleksandra, el segundo film de Aleksandr Sokurov; rodado en 2007.
Aleksandra nos acerca una obra de arte en cuanto a intimismo. Un retrato del alma humana y un paseo por el paisaje real de la guerra. Sokurov nos invita con este film a su particular observación de la guerra de Chechenia donde la protagonista, que da nombre a la película, emprende un viaje hacia el campamento militar donde se encuentra destinado su nieto.
Interpretada por la soprano Galina Vishnevskaya, Aleksandra se ve obligada a entrar en un territorio que no es el suyo, en un ambiente polvoriento donde debe pasar por el rechazo y el contacto físico, por una atmósfera sucia y aletargada.
No es del interés del director registrar los conflictos étnicos, religiosos o políticos de esta guerra, estos se ven diluídos en algún cruce de miradas o en comentarios de boca de alguno de los personajes: citemos por ejemplo al chico checheno que acompaña a Alexandra de vuelta al campamento, cuando le espeta: «Ya va siendo hora de que nos devolváis nuestra libertad». A lo que la protagonista responde de manera contundente: «Tu libertad no la tengo yo».
Sokurov filma uniformes y armas, el polvo, la relación de los personajes… No es una película Bélica, es una película en la guerra. Al igual que nos mostraban Cartas desde Iwo-Jima o La delgada línea roja.
Atrás quedan producciones trágicas del calibre de La Vita è Bella de Benigni, o El pianista, del maestro Polanski. Alexandra se desarrolla en una cinta que por su reflexión y su estudio podría recordarnos más a Atonement; cuya banda sonora, a cargo de Darío Marianetti es una de las composiciones más bellas de los últimos tiempos. (Como ya hiciera otrora el maestro Enio Morricone). Ya nos contaréis.