La crisis económica y las profecías sobre el fin del mundo han provocado una verdadera plaga de películas apocalípticas. Frente a filmes con gran despliegue de efectos especiales como ‘2012’, han surgido otros que prefieren centrarse en el drama humano buscando un tono más trascendental a la manera de ‘Melancolía’ o ‘Take Shelter’.
En este segundo grupo se encuentra ‘Perfect Sense’, un largometraje del británico David Mackenzie que aborda una extraña enfermedad donde los humanos van perdiendo poco a poco cada uno de sus sentidos. En medio de este panorama desolador, una epidemióloga encargada de investigar la plaga y un cocinero de un prestigioso restaurante comienzan una relación sentimental.
El realizador crea un clima triste con una fotografía, donde predominan los grises y azules, para mostrar los efectos de una plaga que no solo afecta sensorialmente, sino al ánimo de las personas que sufren la enfermedad. A pesar de este clima enrarecido, el cineasta y guionista hace una defensa del ser humano al enseñarnos las acciones que diferentes grupos de personas de todo el mundo han tomado para seguir viviendo con sus imperfecciones.
En medio del caos, la pareja protagonista se enamora y sufrirá como todos los efectos de la plaga y sufrirá también en sus propias carnes las consecuencias de la epidemia.
Extraña y poética, ‘Perfect sense’ puede pecar de pedante, pero también ofrece un discurso que demuestra que puede existir confianza en el ser humano. Frente al pesimismo de la mayoría de las películas apocalípticas, la cinta defiende la fuerza de las personas para afrontar la adversidad.
Le ayudan en su misión una estupenda Eva Green, que deja caer su apariencia fría para enseñarnos a una mujer tan aterrada como el resto ante la enfermedad, y un ajustado Ewan McGregor, que demuestra ser mejor actor cuando se encarga de dar vida a gente común en producciones independientes.