La ensaladilla rusa es una alternativa muy habitual en verano ya que, una vez preparada, se conserva en la nevera lista para consumir y solo se debe procurar que no le falte frío. Ya que es el primer secreto para una buena ensaladilla, respetar su temperatura de conservación, en torno a 6ºC. Si falta frío, la preparación pierde el punto de frescura. También su presentación tiene su historia, ya que raro es el evento veraniego en el cual no esté presente y de ahí todo se elabore con cierto ‘mimo’.
Si bien hoy en día hay variantes de la ensaladilla rusa, todo depende el tipo de ingredientes añadidos, la clásica ensaladilla rusa y la receta se compone de patata, zanahoria y huevo -todos ellos cocidos, pelados y troceados en cubos de tamaño similar-, atún o bonito en conserva bien escurrido, así como aceitunas o pepinillos en vinagre, también escurridos y troceados. Tras mezclar estos ingredientes, se aliñan de un modo ligero con aceite de oliva y un poco de vinagre de vino blanco o de sidra. Por último, se liga todo con salsa mayonesa de manera que quede un conjunto homogéneo. Una vez realizada esta mezcla, se introduce en la nevera durante una o dos horas para que baje la temperatura y conseguir la frescura mencionada.
Después ya vienen las variantes, a las cuales se les añade marisco, en lugar de bonito, como gambas o langostinos cocidos, pelados y troceados, o carne de cangrejo ruso. Otras ensaladillas sustituyen el contrapunto de los encurtidos: cambian las aceitunas y los pepinillos por trozos de fruta, como piña, manzana o unos gajos de naranja cortados en cubos.
Las variaciones de los ingredientes son múltiples, aunque lo importante es adaptar la mezcla de sabores, ingredientes y texturas a nuestros gustos, aunque es recomendable no abusar de la diversidad. Con dos o tres tipos de hortalizas, huevo y un elemento proteico -como pescado, marisco o pechuga de pollo- es suficiente.
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