
Lo mejor, es aquello que salvaguarde el bienestar del menor.
Las Navidades son la época del año por excelencia para fomentar las relaciones personales, la amistad y la familia. Pero cuando alguno de estos aspectos no funciona del todo como debería es precisamente cuando más sale a relucir esa carencia. Y los niños son los más afectados por estos días en los que se supone que deben estar contentos y compartiendo buenos momentos con sus padres. Por eso ahora con un divorcio de por medio es cuando más pueden necesitar el apoyo de sus progenitores, aunque ya no estén juntos, y que se les dedique una especial atención.
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