La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan ya que piensan que a las cosas que no dependan estrictamente de uno hay que darles tiempo.
No podemos olvidar que la impaciencia y la desesperación nos suelen empujar a resolver los problemas con soluciones superficiales que dan resultados inmediatos.
La persona paciente tiende a desarrollar una sensibilidad que le va a permitir identificar los problemas, contrariedades, alegrías, triunfos y fracasos del día a día y, por medio de ella, afrontar la vida de manera optimista, tranquila y siempre en busca de armonía.
A veces la impaciencia nos lleva a adoptar actitudes derrotistas que hacen que ante la desesperación abandonemos lo que intentamos conseguir. Conviene aclarar que no se debe confundir la paciencia con la pasividad y la indiferencia, que nos llevan a aceptar con resignación lo que nos ocurre, a no luchar por nuestros objetivos y a abandonarnos en manos de la suerte.
Conviene aclarar que asumir la vida y sus inconvenientes con paciencia no es lo mismo que resignarse pasivamente y aceptar que todo ocurre porque tiene que ocurrir. Es una virtud que se puede cultivar y que nos dice que todo tarda lo suyo en llegar y que no hay que perder los nervios mientras esperamos que ocurra.
Imagen | juantiagues
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Mari Ansias
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